Después de dos largos años de cautiverio pandémico, nos aventuramos a salir de nuestras moradas y emprendimos una excursión fotográfica. El destino elegido: Curimón, un lugar exquisitamente encantador ubicado en la comuna de San Felipe. Nos dirigimos hacia la imponente Iglesia de San Francisco y Curimón, que se alzaba majestuosa ante nuestros ojos, un testigo imborrable de la gesta por la independencia. Con paso firme y la emoción palpable en el aire, reanudamos nuestra actividad en la naturaleza, listos para inmortalizar con nuestras cámaras cada instante de esta aventura.
Los franciscanos llegaron a Curimón a fines del siglo XVII, emprendiendo la evangelización de los indígenas del lugar. A comienzos del siglo XVIII comenzaron a edificar su convento e iglesia, que originalmente se levantó bajo la advocación de Santa Rosa de Viterbo, siendo ambos destruidos por el terremoto de 1730. En 1733 se emprendió la reconstrucción de los inmuebles, que fueron objeto de diversas reparaciones, refacciones, modificaciones y ampliaciones a lo largo del tiempo. La iglesia tiene muros de adobe de entre 1 y 1,2 metros de espesor. Conforma un volumen de 48 metros de largo por 8,6 de ancho, de una sola nave, adosada a la cual hay un pórtico de madera de roble, en el cual cuatro columnas sostienen tres arcos de medio punto; sobre el pórtico se eleva una torre de dos cuerpos; ambos elementos fueron construidos a fines del siglo XIX. La armadura de la techumbre es de pares, tirante y nudillo, originalmente de canelo y patagua. Como la iglesia, los muros de los dos claustros son de adobe, de 0,6 metros de espesor. Están dispuestos en forma contigua a la iglesia, y amplios corredores con pilares de algarrobo los separan de los patios centrales. El Convento de Curimón construido entre 1713 y 1727 fue escenario de importantes hechos históricos. En el lugar se firmó el acta de fundación de ciudad de San Felipe El Real, el 4 de agosto de 1740. Por otra parte sus claustros alojaron a los oficiales del Ejército Libertador poco antes de enfrentarse con los realistas en Chacabuco, en 1817. Actualmente el conjunto posee un patio interior con corredores, manifestación típica del estilo colonial del valle central, se integra y luce bien en el paisaje rural que lo circunda, albergando una biblioteca y el Museo Histórico Colonial creado después del terremoto de 1965 e inaugurado el año 1968. Es custodiado por los Franciscanos y guarda importantes documentos histórico-religiosos.





